lunes, 28 de diciembre de 2009

Un chiste inteligente

Un tipo estaba sentado en el avión al lado de una tierna niñita. El hombre miró a la niña y le dijo: Charlemos. He oído decir que los vuelos parecen menos largos si uno conversa con la persona que tiene al lado.

La niñita, que acababa de abrir un libro para ponerse a leer, lo cerró lentamente y dijo con voz suave: ¿Sobre qué le gustaría conversar?
-Pues no sé, dijo el hombre. ¿Qué tal física nuclear? Y mostró una gran sonrisa.
-Bueno, dijo ella. Ese parece ser un tema interesante. Pero déjeme hacerle una pregunta primero. Un caballo, una vaca y un venado comen lo mismo: hierba. Pero el excremento del venado es como bolitas pequeñas, el de la vaca es una plasta y el del caballo parece una pelota de pasto seco. ¿Por qué cree usted que sucede eso?
El tipo visiblemente sorprendido por la inteligencia de la niña, lo pensó un momento y luego dijo: Hmmm, no tengo ni idea.
A lo cual la delicada y dulce niña contesta: ¿De verdad se siente calificado para discutir física nuclear, cuando no sabe ni de mierda?

domingo, 27 de diciembre de 2009

Baile de sombras



En estas fechas siento la necesidad de hablar de aquellas personas que decidieron apagar esa vela de esperanza, del hombre y la mujer perfectos, con una vida perfecta a la cual renunciaron para siempre dejando una pregunta en el aire, ¿por qué tomaron esa decisión si lo tenían todo?.

Un día un ser humano bondadoso puso sus curativas manos sobre el pecho de otro que sintió el calor de esas manos y su corazón ardió, dejando salir todo el dolor que había guardado en su interior durante años, la sanadora también sintió ese dolor y le dijo que lo que debía de hacer era abrir su corazón, quitar todas sus capas y no temer nada nunca más. Pero ¿y si abres el corazón y nadie quiere entrar en él?, esa es la pregunta que a menudo genera esta sociedad que presume de cosmopolita y civilizada, donde el amor y la justicia es otro producto con el cual comerciar, se hacen películas y muchos esperan que la vida sea como una de esas películas.

Un día ese hombre y mujer perfectos se cansan de ver pasar la vida propia y ajena, toman conciencia de que todo a su alrededor es solo políticamente correcto, tienen una carrera políticamente correcta, un novio, novia, esposa, esposo, familia políticamente correctas, que el amor se ha convertido en un paquete muy bien envuelto pero sin contenido, que la justicia no es lo justo sino lo conveniente, que los sueños se quedaron congelados en la mente mientras duermes, que en el fondo nunca quisieron esa vida pero no tienen el valor para cambiarlo.

Y me viene a la mente una charla dada por un ponente en un congreso de arteterapia al que asistí, donde hablaba de una enfermedad que se da mucho entre sociedades "perfectas" que vino en bautizar como "normopatía", enfermos de una realidad correcta, donde todo está perfectamente encajado, clasificado, etiquetado, y la emoción y el sentimiento deben de llevar también una determinada máscara.

Y de nuevo se preguntan. ¿Por qué tomaron esa decisión si lo tenían todo?, ¿pero realmente lo tenían todo?.

Ahora soy yo quien se hace una serie de preguntas:

¿A quién le compensa la infelicidad, la rutina, el tedio, que la balanza siempre esté inclinada hacia lo políticamente correcto?

¿De que sirve saber idiomas si no te escuchan?

¿Los sueños y el conocimiento que no se comparten?

¿Las cosas acumuladas y apiladas en alguna parte?

Pero sobre todo, ¿para que vale una vida política y socialmente correcta que acaba siendo solo un escaparate?

Quería hablar de la normalidad que nos esclaviza en una época donde es social y políticamente correcto y practicamente obligatorio sentirse feliz y solidario, el resto del año se nos exime de esa obligación, pues hay que comerciar con el nacimiento de un ser humano excepcional que casualmente no fue políticamente, ni tan siquiera religiosamente, correcto y para rizar el rizo y según los últimos descubrimientos históricos nació en verano. Ninguna linea ha de moverse de su sitio, ni ser trazada donde no se te permite que lo hagas, hay que mantener la parcela de hipocresía.

Aunque pueda parecer cínica simplemente necesitaba hablar de una realidad sin enmascararla, sin disimularla, sin pedir disculpas por ello.