viernes, 19 de junio de 2009

In memoriam

"TRANSFORMA LA SOCIEDAD EN HUMANIDAD"
Lema de la Fundación Vicente Ferrer
Fotografías de uno de mis compañeros de viaje, Jesús Martínez, y mías
Fotografías mías












Con los niños

Con mis apadrinadas

Fotografías de Jesús










El 18 de junio de 2009 muere Vicente Ferrer, exjesuita, creador de la Fundación que lleva su nombre, y que dedicó la mayor parte de su vida a mejorar las condiciones de pobreza y abandono que sufren en la India los Dalis, también llamados intocables, la casta más deprimida de ese país.

Algunos han dicho que era un santo, pero de hecho me consta que ese es un termino que nunca usó para designarse a si mismo, ni mucho menos le dio la más mínima importancia a que otros lo usasen recibiéndose a él, a parte del hecho de que renunció a la religión que crea santos para estar junto a otros seres humanos que le necesitaban más. Para mi fue un ser humano con el valor suficiente para serlo, ya que ser humano no es sólo un género o una especie, sino mucho más.

Hacia años que estaba interesada por la Fundación Vicente Ferrer así que un día me animé y decidí apadrinar el proyecto de mujer a mujer, tras tres años ahorrando, viajé un mes de septiembre de 2007 a la India con la Fundación, recorrí parte del sur, después de unos días los monumentos y los paisajes dejaron de interesarme y me sentí profundamente fascinada por sus gentes, su forma de mirar desde el alma, la facilidad que sobre todo las mujeres y los niños tenían para sonreír, a pesar de no tener a penas nada, lo intrigados que se sentían conmigo, con mi tez blanca y mis ojos azules les resultaba tan exótica a ellos, como ellos lo eran para mi, es curioso les parecía guapa, cuando muchas de ellas eran para mi preciosas muñecas, lo fácil que también les resulta mostrar su agradecimiento. La fascinación continuó y aumentó al llegar a la sede de la Fundación en la India, al conocer sus proyectos, a mis apadrinadas, a nuestros guías, al propio Vicente y a su mujer Ana. Nos recibió con una generosa sonrisa, la cual no perdió hasta el día de la despedida, palabras para todos y cada uno de los que fuimos, la última noche compartió con nosotros sus vivencias y su sabiduría desde la humildad, la sencillez y la serenidad que le caracterizaba, me contagió esa necesidad de humildad, sencillez y serenidad.

No olvido esos momentos compartidos con Vicente, el sonido de su voz, sus gestos, sus palabras, recuerdo dos cosas que el tenía muy presentes, la confianza en la providencia y una de las frases más humildes que oí pronunciar jamás, "Dios es tan perfecto que me permite a mi ser imperfecto y cometer errores".

Se que ese Dios perfecto y magnánimo, que le convirtió en el ser humano único y excepcional que fue, ya tenía desde el día en que llegó a este mundo un lugar especial reservado para cuando lo abandonase y ya ocupa. Desde hacía algún tiempo deseaba emprender ese camino inevitable para todos, pero que él no temía, a pesar de aquellos que tuvimos la fortuna de conocerle y que tal vez hubiésemos deseado que permaneciese un poco más entre nosotros.

Su obra queda en buenas manos, también conocí personalmente algunas de ellas, manos que rescató de la pobreza y que ahora trabajan para la fundación.

El tiempo que pasé en la India fue un abanico de múltiples emociones, me sentí a veces grande, otras pequeña, fue un punto de partida para tener cada vez menos miedo a mirar mis luces y mis sombras, al ser a veces valiente, a veces cobarde que habita en mi y quererlo en cada uno de sus momentos.
Me encantaría volver de nuevo, aunque habrá un espacio vacío, una sonrisa y una voz con la que no volveré a encontrarme.

Y humildemente admito que he llorado al escribir estas lineas.

Maestros y aprendices

Fotografía de un aula antigua en Bétera
Un labriego deja sus tareas de labranza, seca el sudor de su frente, mira al claro cielo y pausadamente se dirige de vuelta a casa, por el camino se aproxima un coche a cierta velocidad dejando tras de si una estela de polvo, se para junto al labriego, el cristal de la ventana baja lentamente y un hombre joven vestido de sport y con gafas de sol de marca le pide una indicación al viejo agricultor, el joven y su amigos han decidido pasar un día de picnic en el campo, el labriego le indica el lugar por el cual preguntaron y le advierte que esa tarde habrá tormenta, del interior del coche se oyen unas risas, el conductor da las gracias con cierta desgana y sigue su camino, dentro del coche las risas se convierten en carcajadas, miran al cielo, hace un despejado y soleado día de primavera, se mofan del anciano, ¿que sabrá él?. Esa tarde tuvieron que interrumpir su día en el campo, apenas habían podido reposar la comida cuando comenzaron a caer los primeros rayos.

Hace tiempo alguien me dijo que era mejor aspirar a la mediocridad pues eso te permitía seguir sintiendo la inquietud y el ansia de seguir mejorando, de seguir aprendiendo. Pero la cuestión no es aspirar a la mediocridad y saber que lo que importa es continuar caminando hacia esa hipotética perfección, sino ser mediocre y creerse un genio, o convertir la mediocridad en la meta definitiva, vivir pensando que ya no hay nada más que puedas hacer, por soberbia o desilusión.

Uno puede seguir atesorando todo lo que ha aprendido en su vida sin dejar que ocupe todo el espacio posible en su mente y en su ego, dejando cajones vacíos para aquello que aun se puede aprender, pues las lecciones no acaban en toda una vida.

Vivimos en un mundo no sólo saturado de información, sino que se empeña en convencernos de que es necesario que nosotros alcancemos ese grado de saturación de forma obligada, cuando la cuestión no es saber más sino saber mejor.

No existe maestro que no se considere a si mismo aprendiz, ni aprendiz que no pueda enseñar algo a su maestro y pienso que la aspiración máxima es ser tu propio maestro sin renunciar, como dijo Charles Chaplin, a ser amateur, a ese niño que aun desea dejarse sorprender e ilusionar por un mundo con múltiples posibilidades que ofrecer.

jueves, 18 de junio de 2009

La taza de té



Un profesor daba clases en una prestigiosa universidad. Era respetado y temido por sus alumnos debido a su gran dominio de los más diversos temas…

- Como bien decía Aristóteles, la sustancia está compuesta de potencia y acto. Ahora bien, el movimiento, como tránsito de la potencia al acto, tiene cuatro posibles causas…

- ¡Profesor!...

- ... La causa formal, la causa material…

- ¡Profesor, una pregunta!

- No me interrumpan. Si atendieran bien la explicación, no necesitarían hacer ninguna pregunta. ejem … Como íbamos diciendo, la causa formal, la causa material…

El profesor fue invitado a Japón, a entrevistarse con un sabio que vivía retirado en una modesta casa de campo, dedicado al estudio y la escritura…

- ¡Bienvenido, profesor!... ¡Mi casa es suya y mis conocimientos están a su disposición!

- Gracias… ¿Cómo me dijo que se llamaba usted?

- Siéntese, profesor, y conversemos mientras tomamos el té.

- Pues, como le iba diciendo, tomando en cuenta la etimología de la palabra y la grafología de las letras, puedo concluir que las explicaciones que se vienen dando…

- Pero, siéntese… Póngase cómodo…

Ya instalado en la casa del sabio, aquel profesor arrogante empezó a hablar de un tema y de otro. Citaba frases de famosos personajes, se refería a los innumerables libros leídos y a las muchas conferencias dictadas en tantos países…

- Aunque David Hume dijo que no se podía demostrar, se supone que en la naturaleza los efectos proceden de causas anteriores. Pero en el mundo psicológico a menudo sucede lo contrario: las causas son posteriores a los efectos.

- Profesor, ¿le sirvo una taza de té?... Profesor…

- Ah, sí, claro…

El sabio aprovechó una pausa en aquel monólogo del profesor para brindarle una taza de té.

- ... Y esto lo confirma Platón, así que podemos estar seguros de que si miramos atentamente encontraremos una causa para cualquier efecto presente, y también para su contrario. De esta manera…

Mientras el profesor hablaba, el sabio se dedicó a llenarle su taza. Comenzó echando el té poco a poco… Primero hasta la mitad y luego hasta el borde de la taza… Pero al llegar ahí no se detuvo, sino que siguió echando té y más té, con toda la naturalidad del mundo, hasta que el líquido desbordó también el plato y comenzó a manchar el mantel.

- El caso más extremo de divorcio entre teoría y práctica es tal vez el de Schopenhauer, quién decía que nadie tiene por qué aplicarse sus propias ideas. Se podría decir en su defensa que la reflexión teórica puede llegar a conclusiones que después no es tan fácil llevar a la práctica…

El sabio seguía derramando el té, sonriendo y escuchando al profesor, como si no pasara nada.

- … Esto supuesto, en el terreno ideal de los conceptos… Pero… oiga… ¿qué es esto?... ¡Pare, pare, la taza ya está llena!... ¡Ya no cabe más!... ¡Todo se ha derramado!...

- Lo mismo te pasa a ti.

- ¿Cómo dice?

- Tú también estás lleno de tu erudición, de tus citas, de tus libros, de tus ideas acerca de todo… No te cabe más… ¿Cómo vas a poder escucharme o aprender algo de mí si antes no vacías tu taza?

- Bueno, yo… es decir, yo… es que yo…

- Vacía tu taza —tu yo— primero.

Cuento popular japones



"Protégeme, Señor, de la sabiduría que no llora. De la filosofía que no ríe. Y de la grandeza que no se inclina ante los pequeños".

Khalil Gibrán

Relato extraido de www.radialistas.net/index.php