domingo, 31 de mayo de 2009

Sobre revoluciones y crisis

Cuando una revolución surge es porque alguien o muchos se consideran sometidos durante demasiado tiempo a algo, a otros, a lo que no desean seguir sometidos. Una persona, o un pequeño colectivo adquieren conciencia de una situación que no es ecuánime y justa para el resto y deciden tomar cartas en el asunto logrando que los demás les sigan.

Una revolución es la necesidad de dar un giro evolutivo a un hecho, que se considera no puede permanecer en el punto en el cual se encuentra, de un modo radical.

A veces la naturaleza provoca un incendio arrasa con lo hay y convierte las cenizas en fertilizante para que crezca renovada vida.

Una revolución es ese efecto incendiario y para que se produzca se ha de entrar previamente en crisis y después saber emplear las cenizas para generar un nuevo ciclo, hasta el próximo incendio regenerador.

El mayor error es considerar esa situación como algo permanente y definitivo especialmente si esa revolución trae como consecuencia más sangre y sometimiento, tarde o más temprano se habrá de liberar esa situación y probar de nuevo.

La vida esta llena de revoluciones y crisis, despertares y letargos, nacimientos y muertes. La propia naturaleza nos demuestra constantemente que es así, sufre sus crisis y sus revoluciones (evoluciones) sabiendo que es lo normal y necesario, al contrario que nosotros que siempre esperamos haber liberado al mundo de algo de forma permanente, o creemos haber encontrado la panacea o tal vez la piedra filosofal que a partir de ese momento convertirá nuestra existencia en oro por siempre jamás.

El Che estaba convencido de que la única revolución posible era empuñando un arma, Mahatma Ghandi demostró que no, y puestos a elegir yo prefiero su revolución silenciosa y pacífica, la que permite que otras revoluciones posteriores sean posibles.

Es preferible morir de pie a vivir arrodillado, pero no tiene mucho sentido si para morir de pie otros deben de arrodillarse.

1 comentario:

  1. El ciudadano común y corriente ya demostró que los beneficios del crecimiento económico no se miden con la cantidad de aparatos tecnológicos vendidos, sino con las muestras de solidaridad de un pueblo que hoy, apremiado por la crisis o por la violencia cotidiana, puede dejar de pensar en sus propios problemas y volver su mirada para ayudar al otro.

    Desde algunos medios de comunicación ya se habla de la recuperación pero ¿de que recuperación hablan, de la de los bancos, del mercado financiero?

    Se están olvidando de las perdidas humanas, que ya no son recuperables y de los verdaderos problemas que sufre la sociedad en su mayor parte por la avaricia y el libre mercado, mientras vemos las noticias hay pueblos que mueren de hambre y otros son masacrados por un simple tratado de libre comercio entre dos gobiernos que solo les preocupan los beneficios económicos que conseguirán con el.

    Se están olvidando de los jóvenes que son enviados a guerras a morir por los intereses económicos de algunas multinacionales, hombres y mujeres que entregan su vida engañados por sus propios gobiernos que les da una profesión para defender a su país y les envía a otros países en guerra como fuerzas de paz .

    Tampoco se van a recuperar las viviendas, que por esta crisis creada por los sistemas financieros, les han sido arrebatadas a muchas familias dejándolas en la calle y encima con deuda, pues resulta que cuando las compraron valían 20 y ahora solo valen 10.

    Y mucho menos vamos a recuperar los puestos de trabajo perdidos pues el daño ya esta hecho y el tejido empresarial de este país tardara mucho en recuperarse de la mala gestión de la economía llevada a cabo por los que nos anunciaban prosperidad o llamaban desaceleración a lo que era evidente que era otra cosa.

    En resumen: hace ya muchos años, que la gente de a pie hace su trabajo y demuestra que podemos ser mejores y que trabajamos y mantenemos a nuestras familias por muy mal que estén las cosas, incluso hay personas que gastan su tiempo y esfuerzo en ayudar a quien lo necesita, por eso sabemos que tenemos ciudadanos de primera clase.

    El Estado, en cambio, hasta ahora no logra estar a la altura de su gente.

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