BELLEZA INOCENTE
Puede que un día
de mi desconfió
la imperfección,
pero ya empieza
a no ser mi yugo la belleza.
¿Sabes quién soy?
Mi nombre es rosa,
y como tú, soy efímera.
Sin embargo me miras
como quien mira al sol
cuando hace daño
y es más fácil
mirarle a la cara
al llegar el ocaso,
para despedirse de él
aun sabiendo
que nunca se va.
No quiso el atardecer ser
de sus naranjas culpable,
de sus rojos y amarillos.
Ni de sus azules el amanecer,
de sus rosas y violetas.
Tampoco lo son las flores
si despliegan su perfección
antes de presentar rendición
frente a la muerte.
Ni es el alma responsable
por parecer invisible.
Aunque si se requiere,
busco un sacerdote
y le pido confesión
se rezan tres ave maría
unos padre nuestros
y tras un acto de contrición,
si tanto lo necesitas, se pide
el más sincero perdón.
No ves cuan necesaria
es a veces la belleza.
Pregunta a la naturaleza,
imagino tu respuesta,
bella y a la vez cruel.
Impongámosle sentencia pues,
si eso te compensa,
reduzcámosla a un producto
que consumido
se pueda desechar.
Siempre hay una belleza que mata,
una belleza que muere.
Cuando el sol se despide,
los colores del valle perecen
y cuando vuelve a amanecer
son las estrellas las que mueren.
Rosa de Soto
(todos los derechos reservados)
Hola Rosa, me ha gustado mucho el poema, la belleza, la muerte, la culpabilidad y el perdón. No se como te las has ingeniado pero ha quedado todo muy bien compuesto, me parece difícil mezclar belleza con las otras cosas.
ResponderEliminarBesos.