jueves, 18 de junio de 2009

La taza de té



Un profesor daba clases en una prestigiosa universidad. Era respetado y temido por sus alumnos debido a su gran dominio de los más diversos temas…

- Como bien decía Aristóteles, la sustancia está compuesta de potencia y acto. Ahora bien, el movimiento, como tránsito de la potencia al acto, tiene cuatro posibles causas…

- ¡Profesor!...

- ... La causa formal, la causa material…

- ¡Profesor, una pregunta!

- No me interrumpan. Si atendieran bien la explicación, no necesitarían hacer ninguna pregunta. ejem … Como íbamos diciendo, la causa formal, la causa material…

El profesor fue invitado a Japón, a entrevistarse con un sabio que vivía retirado en una modesta casa de campo, dedicado al estudio y la escritura…

- ¡Bienvenido, profesor!... ¡Mi casa es suya y mis conocimientos están a su disposición!

- Gracias… ¿Cómo me dijo que se llamaba usted?

- Siéntese, profesor, y conversemos mientras tomamos el té.

- Pues, como le iba diciendo, tomando en cuenta la etimología de la palabra y la grafología de las letras, puedo concluir que las explicaciones que se vienen dando…

- Pero, siéntese… Póngase cómodo…

Ya instalado en la casa del sabio, aquel profesor arrogante empezó a hablar de un tema y de otro. Citaba frases de famosos personajes, se refería a los innumerables libros leídos y a las muchas conferencias dictadas en tantos países…

- Aunque David Hume dijo que no se podía demostrar, se supone que en la naturaleza los efectos proceden de causas anteriores. Pero en el mundo psicológico a menudo sucede lo contrario: las causas son posteriores a los efectos.

- Profesor, ¿le sirvo una taza de té?... Profesor…

- Ah, sí, claro…

El sabio aprovechó una pausa en aquel monólogo del profesor para brindarle una taza de té.

- ... Y esto lo confirma Platón, así que podemos estar seguros de que si miramos atentamente encontraremos una causa para cualquier efecto presente, y también para su contrario. De esta manera…

Mientras el profesor hablaba, el sabio se dedicó a llenarle su taza. Comenzó echando el té poco a poco… Primero hasta la mitad y luego hasta el borde de la taza… Pero al llegar ahí no se detuvo, sino que siguió echando té y más té, con toda la naturalidad del mundo, hasta que el líquido desbordó también el plato y comenzó a manchar el mantel.

- El caso más extremo de divorcio entre teoría y práctica es tal vez el de Schopenhauer, quién decía que nadie tiene por qué aplicarse sus propias ideas. Se podría decir en su defensa que la reflexión teórica puede llegar a conclusiones que después no es tan fácil llevar a la práctica…

El sabio seguía derramando el té, sonriendo y escuchando al profesor, como si no pasara nada.

- … Esto supuesto, en el terreno ideal de los conceptos… Pero… oiga… ¿qué es esto?... ¡Pare, pare, la taza ya está llena!... ¡Ya no cabe más!... ¡Todo se ha derramado!...

- Lo mismo te pasa a ti.

- ¿Cómo dice?

- Tú también estás lleno de tu erudición, de tus citas, de tus libros, de tus ideas acerca de todo… No te cabe más… ¿Cómo vas a poder escucharme o aprender algo de mí si antes no vacías tu taza?

- Bueno, yo… es decir, yo… es que yo…

- Vacía tu taza —tu yo— primero.

Cuento popular japones



"Protégeme, Señor, de la sabiduría que no llora. De la filosofía que no ríe. Y de la grandeza que no se inclina ante los pequeños".

Khalil Gibrán

Relato extraido de www.radialistas.net/index.php

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